DIFERENCIAS ENTRE UN NIÑO FELIZ Y UN NIÑO MIMADO
Existen muchas diferencias entre lo que es un niño feliz y un niño mimado. Y no olvidemos que, tal y como dice Menninger, lo que le demos a los pequeños, será lo que ellos ofrecerán y demandarán de la sociedad y el ambiente en el que se desarrollan.
Es decir, que la infancia en un pequeño es una época vital, pues es cuando comienza a interiorizar valores, capacidades, habilidades o predilecciones, entre otras.
Una especie de figura moldeable que debemos respetar y educar con todo el cariño del mundo y una formación transversal adecuada al planeta que queremos construir:
Las exigencias
Entre las diferencias que encontramos al comparar un niño feliz y un niño mimado, podemos vislumbrar las exigencias.
El Niño Mimado:
Tendrá constantemente una serie de exigencias que, de no ser colmadas, acabarán en enfados y rabietas, pues se le ha acostumbrado a la posesión material, y al no tener algo en particular, su cabreo puede ser monumental, pero también su frustración y rabia.
El Niño Feliz:
Aprende pronto el valor de las cosas. Sabe hasta dónde puede llegar con temprana edad y no siente un grado de frustración tan alto si no puede poseer algo en particular.
El desarrollo de la escala de valores:
Un niño mimado tiene una escala de valores muy limitada, que se suele ajustar al “tanto tienes, tanto vales”, pues así es como ha sido educado, y es cuanto ha visto en su entorno. No entiende que otro pequeño no tenga lo que desea y hasta puede llegar a mofarse de ello.
Mientras tanto, un niño feliz, que crece en un entorno en el que se siente querido y comprendido, desarrolla mucho más rápido una escala de valores en la que comprende qué es el amor, la paz, la libertad o la solidaridad. Para un niño feliz, la posesión no es tan valiosa, y no necesita objetos o juguetes para sentirse bien, solo cariño y comprensión.
El carácter:
Un niño mimado suele desarrollar desde bien temprano un carácter tendente a la frustración y la tiranía. Aprende pronto que, si quiere algo, lo ha de exigir con vehemencia, sin saber a ciencia cierta por qué. Simplemente asocia que el cabreo y la rabia van acompañados de la recompensa.
Por su parte, un niño feliz suele tener un carácter más sensible, y se acostumbra pronto a pedir cuanto desea. Además, desarrolla herramientas de protección contra la frustración, estrategias para conseguir cuanto desea por sus propios medios, y una forma de ser menos dependiente.
El nivel de comprensión:
Entre un niño feliz y un niño mimado, cabe resaltar su capacidad de comprensión ante el mundo. Si un pequeño tiene todo, no necesita ver más, y puede perder la capacidad para investigar y desarrollarse.
Un niño mimado que tiene todo cuanto quiere de forma inmediata, desarrolla una baja curiosidad por cuanto le rodea y un ínfimo interés por aprender y comprender. Si cree que necesita algo, lo exige, y no mira más allá.
Un niño feliz se desarrolla en un ambiente de comprensión, curiosidad y ganas de conocer y aprender el mundo en el que vive. Es parte de la vida y de su propio devenir vital.
“Los niños tienen más necesidad de modelos que de críticos”
Podéis ver que las diferencias entre un niño feliz y un niño mimado son muchas y muy marcadas. No se trata de que los niños tengan todo, sino de que aprendan a conseguirlo en un ambiente cordial y amable con sus necesidades.